viernes, 21 de agosto de 2009

Drogas siquiátricas: ¿medicina o curanderismo?


Las drogas siquiátricas son inútiles y la mayoría de ellas dañinas. Muchas causan permanentes daños cerebrales en las dosis que comúnmente se dan. Las drogas siquiátricas y la profesión que las promueve son un peligro para su salud.

ANTIDEPRESIVOS

El Libro de texto comprensivo de siquiatría IV dice: “Las drogas de tipo triciclo[1] son el tipo más efectivo de antidepresivos” (Williams & Wilkins, 1985, p. 1520). Pero en su libro Venciendo a la depresión el Dr. Andrew Stanway dice: “Si las drogas antidepresivas fueran realmente tan efectivas como se anuncia, los índices de ingreso a hospitales por depresión habrían disminuido los últimos veinte años en que han estado disponibles. Desgraciadamente, esto no ha ocurrido.... Muchas pruebas han mostrado que los triciclos apenas son más efectivas que los placebos, e incluso se ha encontrado que algunos no son tan efectivos que ese tipo de placebos o pastillas falsas” (Hamlyn Publ., 1981, pp. 159s). En su libro de texto Terapia electroconvulsiva, el Dr. Richard Abrams, profesor de siquiatría en la Escuela Médica de Chicago, explica la razón por la que actualizó su libro: “En estos seis años ha aumentado el interés en el ECT.[2] ¿Qué ha causado este cambio de actitud en la siquiatría americana? Quizás el desencanto con los antidepresivos. No se ha encontrado que ninguno sea terapéuticamente superior a la imipramina [un triciclo], que ya tiene treinta años, y los compuestos introducidos recientemente son menos efectivos o más tóxicos que las drogas de antaño (Oxford Univ. Press, 1988, p. xi). Abrams añade que “a pesar de los alegatos de los fabricantes, ningún progreso significativo en el tratamiento farmacológico de la depresión ha ocurrido desde la introducción de la imipramina en 1958” (p. 7). En el prólogo al libro de Abrams, el Dr. Max Fink, profesor de la Universidad de Nueva York en Stony Brook, mencionó la razón por la que el uso de la “terapia” del ECT ha incrementado para la depresión: se debe a lo que llama “desilusión de la eficacia de las drogas sicotrópicas” (p. vii). En su libro Drogas siquiátricas: un peligro para el cerebro, el Dr. Peter Breggin asevera: “La cuestión más importante sobre los antidepresivos más usados es que no producen un efecto específico. De igual manera que los neurolépticos hacia los que están emparentados, son altamente neurotóxicos e inhabilitantes del cerebro y logran su impacto por medio de interrumpir el funcionamiento normal del cerebro... Sólo la ‘opinión clínica’ de los que promueven estas drogas habla de efectos antidepresivos” (Springer Publ. Co., 1983, pp. 160 & 184). Un artículo de Newsweek dice que “el Prozac... y sus primos químicos Zoloft y Praxil no son más efectivos que los tratamientos anteriores de la depresión” (7 febrero 1994, p. 41). La mayoría de la gente con la que he hablado que han tomado antidepresivos, incluyendo Prozac, dicen que esas medicinas no les funcionaron. Esto arroja dudas sobre la afirmación que el sesenta por ciento de la gente que toma medicamentos supuestamente antidepresivos se mejora.

LITIO

Se dice que el litio ayuda a la gente cuyos humores cambian repetidamente de encontrarse en júbilo a desalentado y otra vez a júbilo, etc. Los siquiatras le llaman a esto trastorno maníaco depresivo o trastorno bipolar. El litio se prescribió por primera vez como droga siquiátrica en 1949 por un médico australiano, John Cade. De acuerdo con un texto de siquiatría: “Mientras experimentaba con animales, incidentalmente Cade notó que el litio hacía más letárgicos a los animales, de manera que comenzó a administrarle esta droga a los pacientes agitados”. El texto describe éste como “un momento crucial en la historia de la sicofarmacología” (Harold Kaplan y Benjamin Sadock, Siquiatría clínica, Williams & Wilkins, 1988, p. 342). Sin embargo, si no quieres encontrarte letárgico, tomar litio difícilmente te traerá beneficios. Una persona que cree en la terapia del litio admitirá que causa “un sentimiento ligeramente depresivo y generalmente letárgico” y le llamará “letargia estándar” causada por litio (Roger Williams, “¿Una decisión precipitada?: enfrentando las secuelas de un episodio maníaco depresivo” en la revista American Health, octubre 1991, p. 20). De igual manera, uno de mis parientes fue diagnosticado de maníaco depresivo y le dieron carbonato de litio. Años después me dijo: “El litio me sacó de encontrarme arriba pero no de las bajas”. No debe sorprender que una droga que induce letargia tenga este efecto. Increíblemente, algunas veces los siquiatras afirman que el litio mantiene al margen los sentimientos de depresión a pesar que el litio, como la mayoría de medicamentos siquiátricos, producen sentimientos de desgano e infelicidad (a pesar que se llamen “antidepresivos”).

TRANQUILIZANTES MENORES / MEDICAMENTOS CONTRA EL ANSIA

Entre las drogas siquiátricas más usadas están los llamadas tranquilizantes menores: Valium, Librium, Xanax y Halcion. Los médicos que las prescriben dicen que poseen un efecto calmante contra la ansiedad y que suprime estados de pánico, o que son buenas para dormir. Cualquier persona que crea esas cosas debe ir a la biblioteca más cercana y leer el artículo “Ansiedad alta” en la revista Consumer Report (enero 1993) o el capítulo 11 de Siquiatría tóxica del Dr. Peter Breggin (St. Martin Press, 1991): ambos documentos afirman lo opuesto. Como la mayoría de las drogas siquiátricas, los llamados tranquilizantes menores no curan nada sino son meramente drogas que bloquean el funcionamiento cerebral. En ciertas pruebas clínicas para un juicio, el 70 por ciento de las personas que toman Halcion “desarrollaron pérdida de memoria, depresión y paranoia” (“La compañía Upjohn defiende una controversial droga para dormir” en Miami Herald, 17 diciembre 1991, p. 13A). De acuerdo a Newsweek (17 febrero 1992) “cuatro países han prohibido completamente ese medicamento” (p, 58). En Siquiatría tóxica, Breggin, hablando de los tranquilizantes menores, dijo: “Como la mayor parte de los medicamentos siquiátricos, el uso del medicamento eventualmente causa un incremento en los mismos síntomas que se supone la droga debe aminorar.

MEDICAMENTOS SIQUIÁTRICOS CONTRA EL SUEÑO: EL SUEÑO DISTINGUIDO DE INCONCIENCIA INDUCIDA POR MEDICAMENTOS

Contrariamente al alegato que los tranquilizantes mayores y menores y los antidepresivos son buenos para dormir, el efecto es bloquear el verdadero sueño. Cuando presenciaba clases de siquiatría con un amigo estudiante, el profesor nos dijo: “Las investigaciones han mostrado que no necesitamos dormir, pero necesitamos soñar”. La fase del sueño es la parte crítica. La mayoría de las drogas siquiátricas, incluyendo las promovidas como medicamentos para dormir o tranquilizarse, inhiben la fase del soñar induciendo un estado que parece sueño pero que en realidad es un estado inconsciente sin sueños. En otras palabras, el sueño es una importante actividad mental que es detenida con la mayoría de las drogas siquiátricas. Una revista de autoayuda aconseja: “No tomes pastillas para dormir a menos que te las prescriba un médico, y aún así no más de diez noches consecutivas. Además de perder su efectividad y convertirse en adictivas, los medicamentos que inducen el sueño reducen o previenen el estado del sueño necesario para la salud mental” (revista Going Bankers?, primer número, p. 75). En El libro del cerebro, Peter Rusell, profesor de la universidad de Rhode Island, dice: “Al dormir, especialmente en los períodos del sueño, las proteínas y otros químicos que el cerebro usa en el día se abastecen con creces” (Plume, 1979, p. 76). Experimentos sobre privación del sueño en gente normal muestran que causa alucinaciones si se continúan por el tiempo suficiente (Maya Pines, Los modificadores del cerebro, Harcourt Brace Jovanovich, 1973, p. 105). Éstas son realmente las consecuencias de tomar drogas que inhiben o bloquean el verdadero sueño.

LOS TRANQUILIZANTES MAYORES / NEUROLÉPTICOS / ANTISICÓTICOS / ANTIESQUIZOFRÉNICOS

Todo lo dicho sobre los antidepresivos siquiátricos, el litio y los llamados agentes contra el ansia (los tranquilizantes menores) no es nada comparado con los tranquilizantes mayores, algunas veces llamados “antisicóticos”, “antiesquizofrénicos” o “neurolépticos”. Incluidos en esta categoría tenemos a Thorazine (clorpromazina), Mellaril, Prolixin (flupenazina), Compazine, Stelazine, Haldol y muchos otros. En términos de sus efectos sicológicos, estos llamados tranquilizantes mayores causan miseria, no alivio.

Físicamente y neurológicamente aniquilan la habilidad de pensar y actuar, incluso en dosis comunes. Al inhabilitar a la gente, pueden detener casi cualquier pensamiento o conducta que el “terapeuta” desee detener. Pero esto es simplemente deshabilitar a la gente, no terapia. La droga temporalmente deshabilita o destruye tanto una buena parte de la personalidad de una persona como la mala. Hasta qué grado la deshabilitación que impone la droga pueda superarse al discontinuar su uso depende de por cuanto tiempo se haya administrado, y a qué dosis. Las drogas llamadas tranquilizadores mayores o antisicóticos o neurolépticos dañan el cerebro más clara, severa y permanentemente que cualesquier otras usadas en siquiatría. Los doctores Joyce e Iver Small, profesores de siquiatría en la Universidad de Indiana, critican a los siquiatras que usan “medicamentos sicoactivos que se sabe tienen efectos neurotóxicos”, y hablan de que cada vez se “incrementa el reconocimiento sobre los perjuicios a largo plazo, y a veces irreversibles, en el funcionamiento cerebral inducido por las drogas neurolépticas. En estos casos la evidencia de daño cerebral no es sutil sino patente a todas luces ¡incluso para un observador casual!” (Ciencias de la conducta y del cerebro, marzo, 1984, p. 34). De acuerdo al Dr. Conrad Swartz, profesor de siquiatría en la Escuela Médica de Chicago: “Si bien los neurolépticos alivian la ansiedad sicótica, su efecto tranquilizante aplana los finos detalles de la personalidad incluyendo la iniciativa, la reactividad emocional, el entusiasmo, la conducta sexy, el estado de alerta... Esto sucede además de reacciones colaterales como movimientos involuntarios que pueden ser permanentes, mismos que evidencian el daño cerebral” (Ciencias de la conducta y del cerebro, marzo, 1984, pp. 37s). Un reporte de 1985 en Reporte de leyes de minusvalidez mental y física indica que por fin las cortes de Estados Unidos han comenzado a considerar que la administración involuntaria de neurolépticos involucra los derechos invocados en la Primera Enmienda debido a que “las drogas antisicóticas tienen la capacidad de afectar severa y permanentemente la habilidad de un individuo de pensar y comunicarse” (“Prosiguen las demandas sobre medicación involuntaria”, enero/febrero, 1985, p. 26, énfasis añadido). En Moléculas de la mente: la nueva ciencia de la sicología molecular, el profesor Jon Franklin observó: “Esta era coincidió con una mayor conciencia que los neurolépticos no sólo no curan la esquizofrenia, sino que en realidad causan daño cerebral. De repente, se vio a los siquiatras que los usan, y a los pacientes marginados de la sociedad, como nazis o algo peor (Dell Publ. Co., 1987, p. 103). En su libro Drogas siquiátricas: un peligro para el cerebro, el Dr. Peter Breggin dice que al usar estos medicamentos que causan daño cerebral “la siquiatría ha desatado una epidemia neurológica en el mundo”, misma que “alcanza de uno a dos millones de personas por año” (op. cit., pp. 108s). En casos severos, el daño producido pos neurolépticos es evidenciado por movimientos anormales llamados discinesia tardía. Sin embargo, esta enfermedad es sólo la cresta del iceberg del daño causado por neurolépticos. Las altas funciones del cerebro son más vulnerables y son perjudicadas antes de las funciones cerebrales elementales como el control motriz. El profesor de siquiatría Richard Abrams reconoce que “se ha reportado que la discinesia tardía ocurre después de algunas pocas tomas de neurolépticos” (citado en Benjamin Wolman, El manual del terapeuta, Van Nostrand Reinhold, 1976, p. 25). En su libro La nueva siquiatría el Dr. Jerrold Maxmen de la Universidad de Columbia dice: “La mejor manera de evitar la discinesia tardía es evitar los antisicóticos del todo. Excepto para el tratamiento de la esquizofrenia jamás deberían usarse por más de dos o tres meses consecutivos. Lo que es criminal es que demasiados pacientes que no deben recibir antisicóticos los tomen (Mentor, 1985, pp. 155s). ¡Pero el Dr. Maxmen no va lo suficientemente lejos! Su caracterización de administrar los llamados antisicóticos como “criminal” es acertada si nos referimos a todas las personas — incluyendo a los llamados esquizofrénicos — aun si los neurolépticos no se administrasen el suficiente tiempo para causar discinesia tardía. El autor del prefacio de un libro de cuatro médicos dijo lo siguiente: “A final de los 1960s resumí la literatura sobre discinesia tardía... La mayoría de los siquiatras o ignoraron la existencia del problema o intentaron inútilmente demostrar que estas anormalidades motoras eran clínicamente insignificantes, o que no tenían que ver con la droga. Mientras tanto el número de pacientes afectados incrementó, así como los síntomas de los que la padecían... Existen pocos investigadores o clínicos que aún duden de la naturaleza yatrogénica [causada por el médico] de la discinesia tardía... Es evidente que mientras más se sabe acerca de los efectos tóxicos de los neurolépticos en el sistema nervioso central, más se ve la necesidad de modificar nuestras prácticas comunes de los mismos. Es muy desafortunado que muchos doctores continúen prescribiendo sicotrópicos en cantidades excesivas, y que un número considerable de instituciones mentales no tienen políticas respecto al manejo y prevención de la discinesia tardía. Si este libro que refleja las opiniones de expertos en el campo puede hacer una mella en la complacencia de muchos siquiatras, no será un logro menor (citado en William Fann et al., Discinesia tardía: investigación y tratamiento, SP Medical & Scientific, 1980). En Drogas siquiátricas Peter Breggin dice: “Los tranquilizantes mayores son drogas altamente tóxicas; son venenos para varios órganos del cuerpo. Son neurotoxinas especialmente potentes, y es común que produzcan daño permanente en el cerebro... La discinesia tardía puede desarrollarse en pocas dosis y en lapsos cortos de tiempo... Generalmente, la demencia [pérdida de las altas funciones mentales] asociada comúnmente con la discinesia tardía no es reversible... Pocas veces me he sentido más triste y abatido que cuando veo la negligencia siquiátrica sobre la evidencia que está causando efectos lobotomizantes irreversibles, sicosis y demencia en millones de pacientes como resultado estos tranquilizantes mayores (op. cit., pp. 70, 107, 135, 146).

El profesor de siquiatría Richard Abrams ha señalado que: “Los antidepresivos de tipo triciclo son ligeras modificaciones químicas de la clorpromazina [conocida en el mercado como Thorazine], y fueron introducidas como potenciales neurolépticos” (citado en El manual del terapeuta, op, cit., p. 31). Asimismo, en Drogas siquiátricas el Dr. Breggin le llama a los antidepresivos “tranquilizantes mayores enmascarados” (p. 166). El siquiatra Mark Gold ha dicho que los antidepresivos también pueden causar discinesia tardía (Buenas noticias sobre la depresión, Bantam, 1986, p. 259).

¿Por qué los llamados pacientes aceptan tales “medicinas”? Algunas veces lo hacen por ignorancia acerca del daño neurológico al que se someten por seguir las indicaciones del siquiatra. Pero muchas ocasiones los neurolépticos son forzados en los cuerpos de los “pacientes” contra su voluntad. En su libro Drogas siquiátricas Breggin dice: “Una y otra vez en mi experiencia clínica he presenciado pacientes al borde de la angustia y la indignación porque les forzaron neurolépticos... El problema es tan rutinario en el hospital que un gran porcentaje de pacientes tienen que ser amenazados con inyecciones para que accedan tomarlos” (p. 45).

EL TRATAMIENTO SIQUIÁTRICO FORZOSO ES COMO UNA VIOLACIÓN

La administración de medicamentos siquiátricos (o un llamado tratamiento de electroshock) es una especie de tiranía que puede compararse, física y moralmente, con la violación. Comparemos la violación sexual con la administración involuntaria de una medicina inyectada intramuscularmente en las nalgas, que es donde suele darse. Tanto en la violación sexual como en la administración involuntaria de drogas siquiátricas, la fuerza es usada. En ambos casos, los pantalones de la víctima se bajan. En ambos casos, un tubo es insertado en el cuerpo de la víctima contra su voluntad. En el caso de la violación, el tubo es el pene. El caso de lo que podemos llamar violación siquiátrica, el tubo es la jeringa. En ambos casos un fluido es inyectado en el cuerpo de la víctima contra su voluntad. En ambos casos se encuentra en, o cerca de, la parte trasera. En el caso de la violación, el fluido es semen. En el caso de la violación siquiátrica, el fluido es Thorazine, Prolixin u otra droga inhabilitante del cerebro. El hecho es que la invasión corporal es similar en ambos casos (si no es que peor en el caso de la violación siquiátrica como explicaré en breve) y así es percibido en la mente de la víctima de cualquiera de estos dos asaltos. Como dijo el profesor de siquiatría Thomas Szasz: “La violencia es violencia independientemente de si la llamemos tratamiento de una enfermedad mental”. Algunas personas no hospitalizadas (es decir, encarceladas) son forzados a reportarse a un doctor para recibir inyecciones que actúan sobre un largo período, como Prolixin, cada dos semanas bajo amenaza de encarcelamiento (“hospitalización”).

Pero ¿porqué es peor la violación siquiátrica que la sexual? Como dijo el cirujano I.S. Cooper en su autobiografía: “Es tu cerebro el que ve, siente, piensa, ordena y responde. Tú eres tu cerebro. De trasplantarse a otro cuerpo, tu cerebro mantendría tus memorias, pensamientos y emociones. Seguiría siendo tú mismo. El cuerpo nuevo sólo sería una vasija; el cerebro te llevaría a un lado y a otro. Tu cerebro eres tú” (El examen vital: mi vida como cirujano del cerebro, Norton & Co., 1982, p. 50, énfasis en el original).

La parte más esencial e íntima de ti no es lo que tienes entre tus piernas, sino lo que tienes entre tus orejas. Un asalto al cerebro de una persona como un “tratamiento” inhabilitador (como drogas sicoactivas, electroshock o sicocirugía) es más íntimo y moralmente más horrible que la violación sexual. Además hay otra razón por la que, en términos morales, la violación siquiátrica es peor que la violación sexual: causa lesiones permanentes en el funcionamiento cerebral. En contraste, en términos generales las mujeres se encuentran con una vida sexual funcional después de haber sido violadas (sufren de daño sicológico, pero también lo sufren las víctimas del asalto siquiátrico). No se vaya a creer que no se creerá que estoy menospreciando el trauma de la violación sexual. De hecho, he asesorado a mujeres asaltadas sexualmente como abogado y sé que cada una de la media docena de mujeres que conozco que han sido violadas posteriormente han tenido una vida sexual normal, y en la mayoría de los casos se han casado y formado familias. En contraste, los cerebros de aquellos sometidos a asaltos siquiátricos no son tan funcionales como antes debido al daño físico que les ha hecho el “tratamiento”. En un talk-show televisivo de 1990, Jeffrey Masson dijo que espera que los responsables de tales “terapias” lleguen un día a enfrentar un juicio de Nuremberg (Geraldo, 30 noviembre 1990).


DROGAS QUE DAÑAN EL CEREBRO SE LES DAN A ANCIANOS EN ASILOS

Estos mismos neurolépticos llamados antisicóticos que dañan el cerebro se administran involuntariamente a ancianos sanos en los asilos de Estados Unidos. De acuerdo a un artículo de revista: “En los asilos los antisicóticos son usados entre el 21 y el 44 por ciento de los ancianos... la mitad de los antisicóticos que se prescriben a los residentes de estos asilos no pueden explicarse en el diagnóstico que se le ha hecho al paciente. Los investigadores sospechan que es común que se usen drogas en esas instituciones como camisas de fuerza químicas: una manera de pacificar a pacientes difíciles (In Health, septiembre/octubre 1991, p. 28). Conozco dos casos de ancianos endebles en asilos que apenas eran capaces de levantarse de la silla de ruedas a quienes se les dio un neuroléptico. Uno se quejó porque que quedó en la silla de ruedas y no pudo caminar con su bastón; el otro se quedó en cama porque no pudo levantarse para al ir al baño, por lo que se defecó en la cama. Aunque ambos estaban tan incapacitados físicamente que no representaban un daño para nadie, osaron quejarse amargamente acerca de cómo fueron tratados. En ambos casos los enfermeros respondieron inyectándoles el neuroléptico Haldol que los incapacitó mentalmente, imposibilitando que se volvieran a quejar. El uso de estas dañinas drogas en asilos de ancianos que no se consideran pacientes siquiátricos muestra que el verdadero propósito de los neurolépticos es el control, no la terapia. Las afirmaciones que estas drogas son terapéuticas es una racionalización sin soporte en los hechos.



ESTUDIOS SUPUESTAMENTE DOBLE CIEGOS SON TENDENCIOSOS [3]

Estudios que indican que los medicamentos siquiátricos ayudan son de dudosa credibilidad debido a que la profesión misma es tendenciosa. Todos o casi todos los medicamentos son neurotóxicos y por esta razón ocasionan síntomas y problemas como boca seca, visión borrosa, mareos, letargia, dificultad para pensar, irregularidades menstruales, retención urinaria, palpitaciones y otras consecuencias de disfunción neurológica. Engañosamente, los siquiatras les llaman “efectos colaterales” incluso si son los únicos efectos reales que produce el medicamento siquiátrico. Los placebos (cápsulas de azúcar) no causan estos problemas. Como estos síntomas o la ausencia de los mismos son manifiestos, evaluar los medicamentos siquiátricos en supuestas pruebas “doble ciegas” significa que no son realmente doble ciegas, haciendo imposible evaluar tales medicamentos imparcialmente. Esta situación hace que el espíritu tendencioso en la profesión esté dando resultados parciales.



MODOS DE ACCIÓN: DESCONOCIDOS

A pesar de diversas teorías y afirmaciones no comprobadas, los médicos no saben cómo las drogas que usan actúan biológicamente. En palabras de Jerrold Maxmen, profesor de siquiatría en la Universidad de Columbia: “Cómo funcionan los medicamentos sicotrópicos no está claro” (La nueva siquiatría, Mentor, 1985, p. 143). La experiencia ha mostrado que el efecto de todas de las actuales drogas siquiátricas es inhabilitar el cerebro de manera general. Ninguno de estos medicamentos posee especificidad (por ejemplo para la depresión, ansiedad o sicosis) que se afirma que posee.

¿COMO “INSULINA PARA LA DIABETES”?

Se dice generalmente que tomar medicamentos siquiátricos es como tomar insulina para los diabéticos. Aunque las drogas siquiátricas sean, como la insulina, tomadas continuamente, la analogía es absurda. La diabetes es una enfermedad con una causa física, en cambio, no se ha encontrado ninguna causa física para ninguna de las llamadas enfermedades mentales. La forma de acción de la insulina es conocida: es una hormona que le instruye a las células que ingieran glucosa dietética (azúcar). En contraste, la forma de acción de los medicamentos siquiátricos es desconocida — aunque tanto proponentes como críticos teorizan que previenen el funcionamiento normal del cerebro por medio de bloquear sus neuroreceptores. Si esta teoría es correcta, la misma representa otro contraste entre la insulina y el medicamento siquiátrico: la insulina restaura una función biológica normal, pero la otra interfiere con otra función biológica normal. La insulina es una hormona que se encuentra naturalmente en el cuerpo, pero las drogas siquiátricas no se encuentran generalmente en el cuerpo. La insulina le da al cuerpo del diabético una capacidad que no tendría en su ausencia, la capacidad de metabolizar azúcar, pero los medicamentos siquiátricos tienen el efecto opuesto: éstos suprimen las capacidades mentales que la persona tendría en ausencia de la droga. La insulina afecta al cuerpo más bien que a la mente, pero los medicamentos siquiátricos inhabilitan al cerebro y por lo mismo a la mente: siendo la mente la esencia del yo verdadero.



EL AUTOR, Lawrence Stevens, es un abogado cuya práctica incluye representar a “pacientes” siquiátricos. Sus panfletos no están registrados en las oficinas de derechos de autor. Se te invita a sacarles copias para distribuirlas a aquellos que creas que se puedan beneficiar.



ACTUALIZACIÓN DE 1998

Las siguientes declaraciones las hizo el Dr. Michael Murphy, miembro clínico de siquiatría en la Escuela Médica de Harvard; el Dr. Ronald Cowan (ibid.) y el Dr. Lloyd Sederer, profesor asociado de siquiatría clínica (también de Harvard) en el libro de texto Anteproyectos en siquiatría (Blackwell science, 1998):

Litio

“El mecanismo de acción del litio en el tratamiento de la manía no está bien determinado” (p. 57).

Valproato

“El mecanismo de acción del valproato posiblemente se deba al aumento de la función GABA[4] en el sistema nervioso central” (p. 58 énfasis añadido).

Carbamasepina

“El mecanismo de acción de la carbamasepina en la enfermedad bipolar es desconocido” (p. 59).

Antidepresivos

“Se cree que los antidepresivos ejercen un efecto en subsistemas de sinapsis neuronales a través del cerebro... Prozac, Praxil y Zoloft actúan pegándose a las proteínas de retoma de serotonina presináptica... Los antidepresivos de triple ciclo actúan bloqueando la retoma presináptica de la serotonina y la norepinefrina. Los inhibidores monoaminos de oxidasa actúan inhibiendo la enzima presináptica (monoaminos de oxidasa). Estos mecanismos inmediatos de acción no son suficientes para explicar los efectos retardados contra la depresión (típicamente de dos a cuatro semanas). Otros mecanismos desconocidos deben jugar un papel en el tratamiento sicofarmacológico exitoso de la depresión... Todos los antidepresivos poseen más o menos la misma eficacia para la depresión... Sólo como la mitad de los pacientes cuyos síntomas cumplen con los criterios del DSM IV[5] de una depresión mayor se recobrarán con un una sola experiencia de al menos seis semanas de antidepresivos” (p. 54, énfasis añadido).

Comentario de Douglas Smith, creador de este sitio web: Desde luego, como la mitad de la gente que se siente desanimada o deprimida se sentirán significativamente mejor en seis semanas con o sin “medicamentos”. En realidad, lo que los siquiatras llaman “otros mecanismos desconocidos” son sólo el paso del tiempo.

ACTUALIZACIÓN DE 1999

Véanse las citas en la reseña del libro Tu medicamento puede ser tu problema de Peter Breggin y David Cohen, publicado en 1999.

ACTUALIZACIÓN DEL AÑO 2000

“Nada ha dañado más la calidad de vida individual en la sociedad moderna que la errada idea de que el sufrimiento humano se deriva de causas biológicas y genéticas y que puede ser rectificado tomando medicinas o terapia de electroshock... Si yo quisiera arruinar la vida de alguien, lo convencería que la siquiatría biologista tiene la razón: que las relaciones humanas no significan nada, que el libre albedrío es imposible, y que la mecánica de un cerebro descompuesto reina sobre las emociones y conducta. Si quisiera estropear la capacidad de un individuo de crear relaciones empáticas y amorosas, le recetaría medicinas siquiátricas: todas aplanan nuestras más altas funciones sicológicas o espirituales” (prefacio de Peter Breggin en Realidad terapéutica en acción por William Glasser, Harper Collins, 2000, p. xi, énfasis añadido).

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